Los trastornos psiquiátricos son procesos complejos en cuya aparición pueden intervenir múltiples causas y en los que hay que combinar diferentes estrategias terapéuticas (farmacológicas y psicológicas).
Las personas que padecen alguna patología psiquiátrica, aún teniendo el mismo diagnóstico, son lógicamente diferentes entre sí, no sólo en sus características individuales, sino también en la expresión, frecuencia e intensidad de sus síntomas. El diagnóstico psiquiátrico preciso es el primer paso en el tratamiento.
Si bien cada patología presenta unas líneas generales de tratamiento, consensuadas por la comunidad científica, la variabilidad en la expresión de cada uno de los trastornos, hace que necesariamente haya que particularizar el tratamiento en cada paciente, en cada situación o momento evolutivo de la enfermedad.
El abordaje debe ser siempre multidisciplinar. Puede incluir psicoterapia individual o grupal, psicoeducación, terapia de familia, aprendizaje de técnicas de comunicación, resolución de problemas, y control del nivel de alerta.
Es importante tener en cuenta que si bien el tratamiento psicofarmacológico es clave en el control de sintomatología severa o de descompensación, de ninguna manera sustituye la actitud activa del sujeto en el proceso terapéutico.
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