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Cuando se contempla el daño tanto al individuo como a terceros, el alcohol resultar ser la droga más perjudicial existente en nuestra sociedad.
En general se admite que alrededor del 10% de la población padece algún tipo de trastorno relacionado con el alcohol. La prevalencia a lo largo de la vida del síndrome de dependencia alcohólica es superior al 4%.
Estamos en un mundo globalizado y el alcohol no es una excepción. A nivel europeo existe una clara tendencia a la unificación de los patrones de consumo alcohólico. De hecho, el consumo de alcohol en los españoles ha marcado un incremento de cerveza (y una disminución de vino). Con esto vemos que en la población española existe un incremento de los consumos masivos cortos en el tiempo, como en el caso del “botellón”.
Los consumos de fin de semana están asociados a una mayor frecuencia de la patología conductual en intoxicaciones y policonsumo. Sin olvidar que también ha aumentado la incidencia de accidentes y la violencia doméstica relacionados con el alcohol. Sin embargo, sólo una de cada cuatro personas que presentan dependencia alcohólica solicita ayuda.
No sólo cuando hay dependencia alcohólica, también cuando ha habido algunos consumos de riesgo pueden precipitar o bien agravar múltiples trastornos psiquiátricos o dificultar cualquier tratamiento que interacciona con el alcohol.