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Los cigarrillos y otras formas de tabaco son adictivas. Y como toda adicción, para que se mantenga influye la dependencia de la vía de acceso, la forma de administración, el tipo y el grado de adicción. Es decir, dentro de los fumadores con mayor sintomatología de adicción son quienes consumen cigarrillos, pues al inhalar el humo absorben tres veces más nicotina que los que fuman pipa y puros.
Fumar, considerado antes como un vicio y después como un hábito difícil de modificar, ya hoy en día es visto como una drogadependencia. Esto significa que la libertad de elección de la persona se encuentra comprometida por los efectos de la nicotina en el cerebro y el sistema nervioso. De hecho, en una escala de la adictividad de las drogas psicoactivas, se determinó que la nicotina es más adictiva que la heroína, cocaína, alcohol, cafeína y marihuana. En sólo 7 segundos después de inhalar el humo del cigarrillo, llega la nicotina al cerebro.
La nicotina cumple las tres premisas de la “triada adictiva”: los fumadores desarrollan tolerancia, dependencia y sufren síntomas de abstinencia cuando no la ingieren. Es decir:
La nicotina produce tolerancia o una necesidad progresiva de dosis cada vez mayores para obtener los efectos específicos. En la medida que se “aprende” a fumar, se toleran progresivamente dosis mucho más altas sin experimentar efectos negativos: “la misma cantidad de droga ya no tiene el mismo efecto sobre el organismo”, asimismo, el primer cigarrillo de la mañana tiende a ser el más placentero, porque se está suprimiendo la abstinencia, que se desarrolla durante la madrugada.
Cada fumador alcanza un patrón de consumo estable y regular, que está determinado por los niveles de nicotina necesarios para permitirle funcionar con normalidad.
Otro efecto que produce la nicotina es la dependencia tanto física como psicológica. Es decir, por un lado, la dependencia física suele tener efectos sobre el organismo tales como:
Por otro lado, los efectos de la dependencia psicológica incluyen:
Otro efecto de la nicotina es el síndrome de abstinencia o la suspensión súbita del consumo genera esta “protesta del organismo a la falta de una droga que se había introducido ya dentro de su economía”. Se presenta en dos de cada tres fumadores, apareciendo los síntomas en las primeras 24 horas del cese del consumo y alcanza un pico máximo a los dos o tres días de dejar de fumar. Suele apaciguarse a los 7 ó 10 días, aunque puede durar hasta 3 a 4 semanas. Se caracteriza por, al menos, cuatro de las siguientes manifestaciones:
Las preguntas que muchos fumadores se hacen son: “¿Es posible dejar de fumar sin sufrir? ¿Cómo romper con esa costumbre de acompañar cada actividad de mi rutina diaria con un cigarrillo?
Las respuestas es que existen diversas modalidades de ayuda para dejar de fumar. La mayoría de las personas que desean dejar de fumar necesitan ayuda. De modo que si se hace una correcta evaluación del patrón de consumo del sujeto, y se conoce qué prima más (la dependencia psicológica o física), se pueden elegir herramientas psicológicas y farmacológicas.
Acudir a un centro especializado es lo indicado. En el Centro Bonanova, tenemos expertos que se ocupan del tema.
Para dejar de fumar se han diseñado fármacos que no sólo bloquean los receptores específicos a la nicotina que se tienen en el cerebro, también favorecen a la disminución de los síntomas de abstinencia al dejar de fumar. Además, están las terapias sustitutivas de nicotina como el uso tradicional de los parches.
Lo más importante es ofrecerle al futuro exfumador todas las herramientas que le permitan dejar de fumar con el menor malestar posible. De modo que pueda enriquecer su motivación como punto clave en este proceso y, por ende, liberarse del tabaco. Como recomendación, puedo sugerir que no le tenga miedo, ya que sólo que debe buscar la ayuda adecuada.
Dra. Virginia Lugo